Escrito por Prevención Integral - España
Minimizando su repercusión en la seguridad y la salud de quien la utiliza
Salvedad hecha de herramientas manuales hiperespeciales (láser, instrumental de microcirugía, armas sofisticadas, etc.), la mayoría de herramientas manuales que se utilizan en la industria acostumbran a tener un precio que de ninguna manera se puede caracterizar de prohibitivo, lo cual conlleva muchas veces a una adquisición poco meditada y que se apoya más en ideas preconcebidas y lastradas por la experiencia, que en un proceso reflexivo y analítico. Además, la paradoja aparece debido a que el bajo precio de algunas herramientas manuales (tijeras, martillos, remachadoras, etc.), que podríamos pensar como una característica muy positiva, arrastra con un grave problema: la decisión de compra se realiza sin un pliego de especificaciones funcionales, lo que puede provocar errores de bulto en la elección y adquisición de éstas, por lo cual este es un tema de importante gestión dentro de la empresa.
A la hora de diseñar o comprar herramientas manuales se debe exigir un análisis inicial de ergonomía (tareas); de esta manera, la repercusión para las manos y brazos de los operarios será beneficiosa y se mostrará, por ejemplo, en una reducción de presiones a ejercer, mangos más anatómicos y adaptados al tipo de tarea, menos hiperextensiones, flexiones y desviación cubital de muñeca, reducción del número de operaciones y movimientos, etc.
A veces, un análisis ergonómico fino de la tarea puede llevar a la necesidad de utilizar herramientas especiales: la inversión a hacer en estas herramientas es, generalmente, pequeña, y se obtienen beneficios rápidamente. El diseño de herramientas especiales puede consistir en cambiar ángulos de empuñaduras, ángulos de incidencia, motorizarlas, combinar funciones y usos en una misma herramienta, dotarlas de doble botonera para poder ser utilizadas con ambas manos..., lo que permite ahorrar tiempo en la ejecución de una tarea, la reducción esfuerzos y de movimientos y, por consiguiente, la mejora de las condiciones de trabajo e incremento de la calidad, y la productividad.
Una mejora ergonómica evidente se obtiene, por ejemplo, con el uso de un destornillador eléctrico en lugar de uno manual. Ahora bien, el uso de una herramienta nueva puede comportar la aparición de nuevos problemas (vibraciones, un mayor peso, ser más frágil, requerir calibración, incrementar el riesgo de accidente, etc.). Por todo ello, para el diseño o la compra de herramientas manuales debemos considerar premisas de partida tales como: