Volcán Copahue: todo un laboratorio natural

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Científicos trabajan en colaboración para analizar su comportamiento. Lo hacen desde diversas disciplinas como geoquímica, sismología y deformación de superficies

Es la primera vez que tantos grupos de investigación de distintas instituciones se unen para abordar el seguimiento de un volcán activo. Cada cual concentrado en un aspecto particular, los especialistas estudian al Copahue, un pico de casi 3 mil metros de altura ubicado en la provincia de Neuquén, en el límite entre Argentina y Chile, y cuya actividad ha mostrado cambios interesantes en los últimos meses.
 
El volcán ha erupcionado tres veces en décadas pasadas: 1992, 1995 y 2000, aunque nunca de manera catastrófica. Los dos primeros eventos fueron freáticos, esto es, con emanaciones de vapor, gases y partículas provenientes de una laguna que se encuentra en el cráter. Para el último, en cambio, el cuerpo de agua se había evaporado y el magma –materia rocosa fundida del interior de la tierra- fue despedido hasta dos kilómetros de distancia, en lo que se denomina erupción magmática. 

Los días siguientes al terremoto ocurrido en Chile el 27 de febrero de 2010, hubo más de cien sismos de baja intensidad en las cercanías del Copahue. Luego, desde diciembre de 2011, aumentaron la sismicidad, las emisiones de gases y la temperatura de su laguna, hasta que en julio de este año se produjo una manifestación freática con expulsiones a pequeña escala de agua, lodo y cenizas. Toda esta evolución en el comportamiento se ha convertido en un escenario único para el Grupo de Estudio y Seguimiento de Volcanes Activos (GESVA) del Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” (IDEAN, CONICET-UBA).
 
Los científicos ya venían trabajando allí desde 2003 junto a especialistas del Departamento de Sismología e Información Meteorológica de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Instituto CEDIAC de Universidad Nacional de Cuyo (UnCuyo), y Centro Atómico Bariloche (CAB, Comisión Nacional de Energía Atómica). Para completar el seguimiento cuentan con datos aportados por el Instituto Nacional de Previsión Sísmica (INPRES) e imágenes satelitales de la  Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la Agencia Espacial Europea (ESA).
 
“No sabemos si estamos cerca de un evento como los que ya han sucedido. Esta sería la primera vez que el volcán da avisos, ya que antes erupcionó de manera repentina”, señala Alberto Caselli, geólogo del IDEAN y coordinador de la investigación, y aclara que, por evidencias del registro geológico, el Copahue no es un volcán peligroso con eventos de importancia como el recordado Puyehue.  

“Trabajamos desde tres líneas: geoquímica de fluidos, o sea, gases volcánicos y aguas termales; sismología volcánica; y deformación superficial, esto es, los desplazamientos y variaciones que sufre el edificio volcánico”, cuenta Caselli, y agrega: “Para nosotros es un laboratorio natural, y este tipo de eventos nos permite comprender su comportamiento. Con técnicas desde la superficie tenemos que interpretar lo que ocurre en profundidad”.

Este grupo multidisciplinario e interinstitucional se aboca a descifrar una serie de señales específicas que arroja el volcán a partir de mediciones con instrumentos -como una estación sísmica ubicada en Caviahue-, toma de muestras de la laguna y de vertientes calientes, e imágenes satelitales.
Desde el mismo instituto, María Laura Velez, becaria posdoctoral del CONICET, coincide en que “cada grupo se ha especializado en diferentes temáticas que resultan complementarias y que permiten conocer el funcionamiento de los sistemas volcánicos de forma integral”. La experta estudia la deformación en superficie a través del procesamiento de imágenes radar adquiridas desde satélites. Con modelos físico-matemáticos se simulan las variaciones de volumen en los reservorios de magma profundos y conductos del volcán, que generan la deformación a medir.

Pablo Euillades, investigador del CONICET en la UnCuyo, explica que esta técnica permitió observar en el Copahue un proceso de deflación posterior a la erupción de 2000, por el cual se iba desinflando dos centímetros por año. “Aparentemente esto se ha revertido a inflación durante los últimos meses de 2011 y primeros de 2012”, asegura. De acuerdo a Caselli, podría deberse a “una inyección de magma que no llegó a la superficie, y que puede seguir subiendo o detenerse”.
 
Desde el CAB, la investigadora del CONICET Romina Daga es la encargada del estudio de las cenizas despedidas por el volcán.. Esta caracterización se realiza por microscopía óptica y electrónica de barrido, análisis geoquímico y mineralogía por rayos X, entre otras técnicas. “Toda esta información permite obtener un mayor conocimiento sobre los procesos que originaron los componentes volcánicos. Y también ofrece una oportunidad única para estudiar la dispersión y alcance de los productos”, puntualizó Daga.
 
Vale destacar que el trabajo en colaboración de todas estas instituciones se traduce en informes que las autoridades municipales difunden a su comunidad.