Planeta Tierra: un mundo vivo con miles de terremotos y erupciones

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terremoto

Por Nora Bär

 

Más allá del impacto que puedan tener en las poblaciones que los padecen, la erupción del Calbuco y el terremoto de Nepal no son hechos extraordinarios, sino manifestaciones de la dinámica habitual de la Tierra, que está en constante "remodelación". Es más: todos los años se producen miles de terremotos.

"Estaba chequeando los terremotos de hoy y de ayer -responde el doctor Víctor Ramos, uno de los más destacados geólogos argentinos y ex director del Laboratorio de Tectónica Andina de la UBA-. Esta mañana hubo uno de 6,2 en la escala de Richter en Fiji, y hace un rato otro en Oaxaca, México, de 5,5. Y si nos fijamos en los reportes de ayer, tenemos una réplica de Nepal de 6,6, otra de 6,7, y en China uno de 6,1. Una réplica de 6,7 es un terremoto absolutamente destructor." Según Ramos, hay tres terremotos por día en un rango de 5.

Varios miles de terremotos por año alcanzan una intensidad de 2 o 3 grados en la escala de Richter. Ocurre que el problema no son los terremotos, sino su efecto en las concentraciones urbanas. "Terremotos de la misma o menor intensidad pueden hacer muchísimo más daño si se producen debajo de un área muy urbanizada", aclara Ramos.

Una prueba de que la Tierra está en constante movimiento es que los Andes no están todo lo quietos que parecen. La Cordillera se eleva en San Juan, pero se desploman en el sur de Mendoza y en el norte de Neuquén.

Los terremotos son la manifestación de las rupturas que se producen cuando se desplazan las placas, que están apoyadas en una materia de comportamiento dúctil. "Cuando empieza a hundirse una placa, se producen cambios en la fase mineralógica, aumenta la densidad, produce un esfuerzo aún mayor y acelera el movimiento -explica-. Los terremotos se producen en la región de contacto entre la placa oceánica y la continental. En algunas zonas, el proceso de subducción del fondo oceánico es muy rápido, de 6 o 7 cm por año. Ahí hay fricción y de esa fricción surgen los terremotos."

¿Llegará algún momento en que la Tierra se aquiete?

No en el futuro cercano. "Algo sabemos de eso -dice Ramos-. En Venus, que es un planeta muy similar a la Tierra (ésta tiene 6300 km de radio y Venus, 6000), dejaron de moverse las placas, según se especula, porque se acabó el agua. No hubo forma de liberar el calor interno y empezó una «resuperficialización» que produjo un vulcanismo ubicuo. Fue un infierno: en vez de liberar energía por una zona de debilidad, como es la Cordillera, se empezó a liberar por todos lados. Sin agua, las placas no se mueven, y si no se mueven las placas, no hay forma de liberar el calor, empieza a calentarse toda la superficie y termina explotando por todos lados. En el fondo, los terremotos no son malos desde el punto de vista geológico. El terremoto es un mal necesario para poder ventilar la Tierra."

Aunque se exploraron muchas estrategias, todavía no hay una tecnología efectiva para prevenir los terremotos o las erupciones. "Siempre que hay un terremoto, lo primero que se hace es analizar si va a producir un tsunami -explica Ramos-. Así se pueden tener 20 o 30 minutos de tiempo para dar aviso. Lo mismo pasa con los volcanes. Hay rupturas que se anuncian con uno o dos precursores. Pero hay terremotos en los que el primero que se produce es el grande. Eso varía mucho de un lugar a otro."

Según recuerda Ramos, biólogos que estaban estudiando el comportamiento de apareamiento de batracios en una zona cercana a un terremoto en los Apeninos, en Italia, notaron que los animales dejaban de copular antes del movimiento sísmico. "El trabajo se publicó en el Journal of Zoology y causó mucho impacto -afirma-. Es algo que los chinos sabían hace mucho: que muchos animales tienen capacidad auditiva para ondas de baja frecuencia, muy graves, que les permite detectar los tremores mucho antes de que llegue a producirse el terremoto. Los chinos, que tuvieron terremotos donde murió un millón de personas, tenían redes de sapos, gallinas y caballos como centros de observación."

El experto agregó: "Un geofísico cordobés, Eduardo Pagola, vio una noche que los caballos se volvieron locos, rompieron la cerca y se escaparon. Ocho o nueve horas más tarde se produjo un fuerte terremoto en el norte de Córdoba. Se puso a estudiar e instaló un sismógrafo con un filtro para registrar sólo los tremores de baja frecuencia. Le propuse llevar sus investigaciones a uno de los padres de la tectónica de placas, pero no quiso aceptarlas porque los datos carecían de un trabajo estadístico. Veinte años más tarde veo que en California se están utilizando los tremores de baja frecuencia para predecir terremotos. Ellos comprobaron que los tremores indican que hay acumulación y se rompe el basamento, pero no todos terminan en terremoto. Por ahí el basamento se acomoda un poquito y no pasa más nada. La conclusión es que todo terremoto tiene un tremor de basamento, pero no todo tremor de basamento produce un terremoto".

CLIMA: EVENTOS EXTREMOS

Una de las discusiones que generan mayor interés entre los climatólogos es si el cambio climático afecta la frecuencia e intensidad de eventos extremos. "Para algunos fenómenos la respuesta está clara; para otros hay mayor incertidumbre", explica Carolina Vera, directora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) de la UBA, y el Conicet. Lo que se sabe con certeza es que en la Argentina esto se verifica para las lluvias en distintas regiones del país, y que lo mismo ocurre en otras partes del mundo. Algo similar sucede con las olas de calor. Con respecto a los huracanes, las conclusiones son más controversiales.