Un programa común para preservar el planeta

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Por Alieto Aldo Guadagni 

 

Las luces de alerta hace tiempo que están encendidas. Este marzo fue el más caluroso desde 1880, según informó la Administración para los Océanos y la Atmósfera de los Estados Unidos, récord de temperatura que también se registró en nuestro país, y con leves diferencias en Europa, Asia y África. Existe un amplio consenso en la comunidad científica internacional de que este incremento se debe al aumento en las emisiones contaminantes asociadas con los combustibles fósiles, agravadas por la deforestación que reduce la capacidad de absorción de los bosques. Por esta razón, el nivel actual de gases invernadero acumulados en la atmósfera es un 45% superior al existente cuando se expandió la Revolución Industrial, a principios del siglo XIX.

Desde el fenecido Protocolo de Kyoto, las emisiones han seguido aumentando a pesar de las reuniones convocadas en el ámbito de las Naciones Unidas. Es así como la Agencia Internacional de Energía nos informa que entre 2000 y 2012 las emisiones anuales de CO2 asociadas con la utilización de combustibles fósiles se incrementaron un 34%. Estos informes indican que si el futuro fuese una proyección de las tendencias en curso tendríamos hacia 2035 un nivel anual de emisiones 18% mayor que el actual.

¿Qué significa esta cifra? ¿Es mucho o es poco? En diversos informes técnicos de los paneles intergubernamentales sobre cambio climático la opinión científica internacional ha planteado que si queremos que la temperatura no siga subiendo y que no cruce la barrera crítica de los 2 grados de aumento, hacia 2035 deberíamos emitir apenas 70% del actual nivel. El desafío es claro: para preservar el ambiente en nuestra Tierra hay que reducir drásticamente las emisiones por unidad de PBI, ya que deberíamos emitir en 2035 un 30% menos que ahora, a pesar de que se proyecta para ese año el doble de PBI del actual y, además, habrá 1400 millones más de habitantes.

El científico argentino Vicente Barros, miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (Naciones Unidas), expresó en 2014 que si siguen así las emisiones "en la Argentina los glaciares y los campos de hielo de los Andes experimentarán retrocesos significativos, lo que afectará la disponibilidad de agua. Habrá períodos de sequía más largos en el oeste y el sur del país. Aumentarán las lluvias y las inundaciones en el Norte y en el Este".

La buena noticia es que es falso el dilema entre crecimiento económico y más emisiones. El talento humano está en condiciones de asegurar un sendero de menos emisiones contaminantes asociado a un sostenido crecimiento económico, esencial para abatir la pobreza y la indigencia. Pero esto exigirá impulsar innovaciones energéticas ya disponibles que exigen para su implementación una consensuada decisión política. Este año comenzaron las negociaciones para la reunión de las 196 naciones firmantes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que se reunirán en París a partir del 1° de diciembre. Cada país miembro deberá presentar su compromiso de reducción de emisiones, que tendrá vigencia a partir de 2020. La Argentina deberá presentar en los próximos meses un programa de reducción, como ya lo han hecho Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y México.

Si acordamos actuar a partir de ahora con sensatez, la Argentina podría participar en estas deliberaciones en París con una propuesta positiva que debe alentar la producción de energías limpias y las iniciativas de ahorro y conservación energética. Los ítems principales serían los siguientes: expansión de las energías limpias y renovables; modernización y expansión del transporte público; rehabilitación y modernización del ferrocarril de cargas y de transporte urbano; normas técnicas para mejorar la eficiencia en la utilización de combustibles en la industria automotriz; procesos fabriles y artefactos eléctricos que sean energéticamente eficientes; nuevos códigos de edificación que permitan diseñar instrumentos de tributación inmobiliaria que alienten la construcción de edificios que ahorren energía.

Con un programa que apunte a un crecimiento económico ambientalmente sustentable, el nuevo presidente que asuma el 10 de diciembre podrá aprobar el día 11, junto a otros 195 jefes de Estado, un compromiso universal que reduzca las emisiones globales. Esto exige que el actual gobierno convoque ya mismo a las fuerzas políticas, las instituciones académicas y las asociaciones que cuidan el medio ambiente a construir este programa común que preservará nuestra Tierra.

El autor es miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente