El arquitecto que imagina el futuro de las ciudades verdes

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casa ecologica

El belga Luc Schuiten propone construir sin destruir el medio ambiente

Por Daniel Couvreur  | Le Soir

 

BRUSELAS, Bélgica.- En su juventud, el arquitecto Luc Schuiten construyó su primera casa en el bosque, en las afueras de Bruselas. Sólo era una estructura sencilla, vidriada y con paneles solares en el techo. A partir de ese momento comprendió lo que era vivir en simbiosis con la Tierra. Este pionero de la bioarquitectura, adepto a la liberación de mariposas, creció con la idea de que el planeta está en peligro y que hay que salvarlo. Desde ese instante nació su sueño: poder construir sin destruir el medio ambiente.

"Da igual la belleza de un edificio, resulta un acto vano si no está en sintonía con la Tierra", afirma. "El calentamiento del planeta ocasiona un gran dolor. Vamos tan rápido que estamos a punto de estrellarnos contra una pared. Propongo ir más lento. Quiero volver a dotar de fuerza a la imaginación", agrega, casi a modo de manifiesto.

Su idea es sencilla: ¿por qué no utilizar organismos naturales como materia prima? Y ahí está: el concepto de la arquiborescencia, la línea arquitectónica que él sigue.

Con su lápiz esboza nuevas perspectivas para un mundo futuro en armonía, liberado de las energías fósiles y de la contaminación.

En su mesa de diseño hay planos de calles y de ciudades verdes o de vehículos ecológicos. En su taller creó un auto propulsado por energía renovable que imita a una hoja de un árbol llevada por el viento.

Su imaginación anticipa el futuro al partir de una estética radicalmente nueva, que rompe con las normas clásicas de planificación del territorio.

Su idea de la arquitectura implica también una metamorfosis de las formas de pensar actuales. Postula interacciones entre el hombre y la naturaleza diferentes a las conocidas. Justamente, su idea de la ciudad no constituye un homenaje al cemento ni al hierro. Inscritos en la filosofía del desarrollo sustentable, los "habitárboles", como él los llama, ofrecen un enfoque poético del espacio para responder de manera adecuada a la preocupación de mejorar la convivencia.

TRAS LOS PASOS DE DA VINCI

La única regla que se autoimpone Schuiten es el equilibrio entre el hombre y el planeta, contraponiéndose radicalmente a la brutalidad de las ciudades modernas construidas basándose en el saqueo de los recursos naturales.

"Imitar la naturaleza y los árboles para crear una nueva forma de hábitat. Ese es el principio de la ciudad arquiborescente y de los habitárboles: casas que crecen como los árboles y que cuentan con muros biotextiles. La estructura de un habitárbol es una higuera, pero el crecimiento está orientado por guías para formar una casa sustentable. El árbol es el producto más hermoso de la naturaleza. ¡Qué lástima que se lo mate, tale y torture químicamente para construir! Por eso surgió la idea de los habitárboles, para construir un futuro realmente diferente al que se nos propone actualmente", cuenta con convicción.

El arquitecto belga admite que su trabajo cuenta con una dimensión profundamente utópica. Por eso, muchas veces las autoridades políticas se muestran reacias a este tipo de proyectos. Por ejemplo, un ministro regional de Bruselas había aprobado su plan para transformar en jardines verticales las fachadas de los edificios de las instituciones europeas. Sin embargo, su sucesor no tardó en enterrar el proyecto. Al funcionario, una maraña de hojas y ramas en las ventanas del Consejo Europeo no le parecía adecuado para mostrar la seriedad que el edificio requería. Por otro lado, ¿cómo iban a tomar en serio a un arquitecto que circula con un auto eléctrico a pedales?

Schuiten pertenece a ese grupo de genios incomprendidos. Sólo así se puede entender el desarrollo de uno de sus prototipos destinado a resolver los problemas de movilidad, un aeroplano con alas que se mueven y que recuerda a las curiosas máquinas ideadas por Leonardo da Vinci.

En el siglo XXI, Schuiten vuelve a colocar el tiempo biológico en el centro de la sociedad y propone un futuro libre de la inmediatez. Su pensamiento se nutre de una lectura del futuro del mundo, pero pensado a muy largo plazo; tal vez dentro de 1000 o 10.000 años. Este arquitecto se interesa por los desafíos reales del futuro y busca redefinir la jerarquía de los valores actuales para reinventar los lugares en que vivimos.

Según el inventor de la arquiborescencia, el paraíso en la tierra no es tan difícil de imaginar: sólo basta con tomar un árbol y verlo con los ojos de un arquitecto. Inmediatamente se siente una inmensa tranquilidad.