Toda decisión debe respetar el ambiente

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Por Laura Rocha | LA NACION

 

¿Es factible que una o varias obras hidráulicas terminen definitivamente con las inundaciones en territorio bonaerense en la cuenca del río Luján? La respuesta de los expertos consultados por LA NACION es taxativa: "No". Es decir, no sólo una o varias intervenciones podrían contener el agua de este curso de llanura.

La respuesta, según ellos, está en la eficacia de combinar la tecnología de datos, las obras que respeten las funciones naturales de toda la cuenca y el diseño y puesta en marcha de un plan de riesgo y contingencias para la población. A esto se suma el control y la protección de las áreas de mitigación y alivio que se creen.

"Las obras son indispensables, pero aun así no es posible manejar la totalidad de un fenómeno meteorológico como el que ocurrió. Y es fundamental respetar la geomorfología. Hay que interpretar el paisaje de un sistema fluvial y la clave del éxito de las obras es que tienen que trabajar con ese sistema natural. La idea es que lo mejoren, lo hagan más eficiente, pero no lo eliminen", indicó Rodolfo Aradas, profesor de Gestión de Recursos Hídricos de la Facultad de Ingeniería de la UBA.

En el mismo sentido, Pablo Bereciartua, experto en temas de infraestructura e innovación y vicepresidente del Centro Argentino de Ingenieros, indicó: "Uno tiene que hacer las obras porque van a generar los niveles más altos que se puedan obtener en términos de mitigación, pero también tiene que generar una cantidad de herramientas para administrar el nivel de riesgo que el fenómeno va a dejar. Para administrarlo, hay que medirlo y conocerlo bien".

Bereciartua se refiere a modelos actualizados del comportamiento del río para predecir y atender cualquier riesgo que no se pueda evitar. "El tema tiene solución sobre la base de conocimiento sumado a la tecnología y a la gestión e inversión. La Argentina puede hacerlo. Además debe hacerlo por la gente en vulnerabilidad, y porque generar territorios inteligentes hace posible aumentar la productividad y competitividad de la región", agregó.

En Holanda, por ejemplo, en donde la lucha contra el agua es diaria, ya que un tercio de la población está asentada en terrenos que están a seis metros bajo el nivel del mar, la ingeniería hidráulica evoluciona desde la Edad Media gracias a una red de diques, canales y megaobras. El cambio climático que aumenta el caudal y la frecuencia de las lluvias e incrementa el nivel del mar es un riesgo que se tiene en cuenta. Los holandeses lo hacen con minería de datos, innovación y respeto a la naturaleza. Uno de los proyectos más ambiciosos se llama Room for the River y consiste en devolverles a los cursos de agua el lugar que les quitó la urbanización. Hay en marcha unos 40 proyectos, por un total de 2300 millones de euros, en las cuencas del Mosa, el Rin y el Escalda.

Gabriela Merlinsky, investigadora del Conicet, experta en conflictos y políticas ambientales, cree que hay que ser cuidadosos con las experiencias de polderización holandesas. "No se puede rellenar o hacer diques. Las urbanizaciones venden modelos ecológicos, pero lo hacen convirtiendo el terreno natural, destruyendo y haciendo desaparecer especies. La cuenca es un sistema hídrico complejo que ha sufrido un proceso de urbanización rural urbano en los últimos 20 años", detalló.

"El argumento de la obra va a llegar siempre tarde. Hay que generar reservorios en la cuenca alta, impedir nuevas urbanizaciones, proteger lo que queda del humedal. Esos bordes del camino de sirga tienen que tener vegetación, reforestar donde se pueda, eliminar los canales clandestinos", enumeró la experta, y coincidió con Bereciartua en la implementación de un diseño de un sistema de riesgo para la población.

Los tres coincidieron en la importancia en términos funcionales de los humedales de la cuenca. En ese sentido, cabe recordar que en el Congreso tiene media sanción un proyecto de ley de presupuestos mínimos para la protección de humedales que perderá estado parlamentario si Diputados no lo sanciona este año. Otro componente fundamental señalado es la presencia institucional, no sólo para obras y mapas de riesgo, sino para la planificación y el control de las zonas para impedir las posibles violaciones. Cabe recordar que desde el año pasado existe un comité de cuenca del Luján.